Los gobiernos hablan de guerras y Colombia habla de paz, y esa es una gran diferencia, por eso estamos aquí, por eso empiezan a respetarnos, por eso nos escuchan: presidente Petro
Buenos días, allá, no sé si tardes aquí, le agradezco a todas y todos ustedes, colombianas, colombianos, latinoamericanos, suecos que nos pueden entender en este idioma, su presencia aquí.
Indudablemente, en este barco insignia de Colombia, lo que se siente es dignidad y orgullo.
Hemos querido que el nuevo sentir colombiano en cualquier parte del mundo exprese dignidad y orgullo. Dignidad, porque somos iguales que los demás; orgullo, porque venimos de uno de los países más bellos de la tierra.
La potencia de la vida, la potencia mundial de la vida, por su diversidad natural, la segunda más importante de todo el planeta y por su diversidad cultural, dada la historia que en estos siglos ha configurado con los pueblos que estaban antes en América, nuestra identidad colombiana.
Dignidad y orgullo, que hoy no solamente este barco trae a través de su navegar por los puertos del mundo, sino este presidente que fue elegido gracias a ustedes y cuyo programa tiene una misión fundamental: América Latina con Europa, Francia con los Estados Unidos, hace dos siglos, le dijimos al mundo a través de unas gestas que ahora leemos en los libros de historia; unos muchachos y muchachas que decidieron levantar banderas galopando las ideas de la democracia, las ideas de la libertad, en nuestro caso las ideas de la república.
Una especie de fantasía, de ilusión, que en ese entonces asomaba en el planeta y que hoy a pesar de las dificultades sigue siendo un horizonte y una bandera que sigue galopando en manos de muchos jóvenes, de muchas jóvenes que consideran que este mundo será mejor si tiene justicia social, si tiene igualdad, si sabe respetar la naturaleza, si construye justicia ambiental y si construye al mismo tiempo justicia social.
Es lo que intentamos hacer en Colombia. Cómo salir de décadas de violencia, de décadas de exclusión, cómo salimos de esa herencia que nos dejaron de feudalismo, de esclavitud y que generó una de las sociedades más desiguales del mundo y por tanto más violentas.
Y que hoy a partir de construir democracia, inclusión, de sentir seres humanos iguales entre nosotros mismos como colombianos y colombianas y con los demás pueblos del mundo, cómo podemos construir una era de paz en Colombia y en el mundo.
Nuestra voz, Colombia, el nombre de Colombia suena cada vez más. Ahora nos invitan a discutir problemas mundiales, nos invitan en foros aquí y acullá, nos saludan reyes, reinas, nos saludan gobiernos, unos más amigos que otros, nos escuchan en los escenarios mundiales y eso tiene que ver con que estamos diciendo cosas que tienen importancia, que nuestra propia historia, nuestra propia voz cultural y política y social, y la voz como presidente de Colombia que los representa están diciendo cosas importantes ante el mundo.
Como todos ustedes saben, cada día amanecemos con más noticias alarmantes de guerras en el mundo, nos pareciera que acercáramos hacia una nueva conflagración.
El Caribe tiene submarinos nucleares, aquí cerca los hay también, hay guerras entre rusos y ucranianos, hay genocidios como el que ocurre contra el pueblo palestino, se va extendiendo un manto de inseguridad, de terror diría yo, de conflicto armado.
Colombia habla de paz
Los gobiernos hablan de guerras y Colombia habla de paz, y esa es una gran diferencia, por eso estamos aquí, por eso empiezan a respetarnos, por eso nos escuchan, a pesar de lo que hemos vivido que todos sabemos a lo largo de estas décadas, Colombia le está hablando al mundo de paz, está mostrando su propia experiencia, sus propios senderos y nos escuchan y yo creo que hay que perseverar en ese esfuerzo.
Que la comunidad colombiana en el exterior, allí donde ha tocado llegar, porque en general no hay colombiano que le guste abandonar su país y no hay colombiana que no sienta nostalgia de volver, tristezas, conozco la vida del exilio, la vida de vivir lejos, la construcción de familias lejos, sé que no es fácil, pero ustedes cada vez más son comunidad internacional de colombianos y colombianas.
Y ese cosmopolitismo, llamémoslo así, esa globalidad, esa universalidad que puede adquirir la sociedad colombiana, antaño extraña porque vivíamos entre nuestras montañas y junto a nuestros mares, hoy ese conocimiento del mundo que tienen ustedes puede ser una gran ayuda para Colombia.
Le he pedido a las embajadas y consulados que abran sus puertas, que no sean ya para aristócratas o gente en vacaciones, sino que sean oficinas de trabajo, que ayuden a toda la comunidad colombiana independientemente si son legales o no ante los ojos del gobierno extranjero, porque ante los ojos de una embajada, un consulado del estado colombiano, todos los colombianos y colombianas afuera son iguales, merecen la ayuda necesaria en situaciones difíciles, cualesquiera que sea y merecen que el Estado ayude a construir una comunidad económica, social y política que logre hacer valer los derechos de cada colombiano y colombiana por el simple hecho de ser seres humanos en sociedades en las que no nacimos. Ese es el papel de las embajadas.
Que el café que vendamos en el mundo no sea el café grano, sino el café elaborado por pequeñas y medianas empresas para que se sienta el gusto del café, que podamos mostrar la belleza de Colombia, Colombia el país de la belleza, para que fluyan ya no centenares de miles, sino millones de personas a conocer la magia, el realismo mágico de García Márquez, la poesía vuelta realidad, la fantasía tocable que es nuestro propio país.
La alegría del vivir cotidiano, ese alejarnos permanentemente de la tristeza que está en el alma de cada colombiana y colombiano para que allí podamos ir forjando la prosperidad de la sociedad colombiana, su razón de ser.
Le decía al primer ministro sueco (Ulf Kristersson), si ponemos de una manera usando el mouse. que llamábamos. o los dedos sobre el celular de un mapamundi, de un computador y movemos a Colombia de tal manera que quede en el centro de la pantalla, nos daremos cuenta que Colombia está equidistante de Europa y de África como de China y el Japón, de Norteamérica como del Sur de América, que esa equidistancia es el corazón del mundo como dicen nuestros indígenas de la Sierra Nevada.
Somos el corazón del mundo y eso tiene unas ventajas en comunicaciones, en fibra óptica, en inteligencia artificial, en las nuevas tecnologías si las sabemos controlar, si las sabemos estudiar.
La comunidad internacional de Colombia no solamente es exportadora de nuestra sensibilidad musical, cultural, de nuestra naturaleza hermosa y diversa, sino que también puede aprender de las matemáticas, de lo último en tecnología y poderlo aplicar a la realidad colombiana para no tener ya esa sociedad que se mata entre sí, que se autodestruye.
Sino tener una sociedad del conocimiento que sea capaz de demostrarle a nuestros hijos, a nuestros nietos, que podemos vivir no solo en paz, sino en prosperidad y en conocimiento.
Les agradezco a todas y todos ustedes que estén aquí, en este lugarcito de Colombia, en Estocolmo, ondeando nuestras banderas, banderas que se pasearon por aquí, entre otras.
Viejos jóvenes de hace dos siglos venían buscando las ideas, los barcos, incluso las armas, viejos jóvenes de esa historia como Miranda venían volviéndose almirantes, generales, solo con un sueño, ser libres, ser independientes, ser soberanos.
Siempre recuerden esa frase de nuestro himno, es el pueblo el soberano, de la historia que viene de Colombia, todo dependerá de las decisiones del pueblo, es lo que yo llamo el poder constituyente, que el pueblo decida sobre su propia historia y construya una era de paz, de justicia social y de democracia.
Gracias, muy amables, por haber venido.