Sin duda alguna, las comunidades indígenas han venido poco a poco ganando un importantísimo terreno a nivel nacional, sobre todo en aspectos de legislación y reivindicación como dicen ellos de sus derechos, golpeados desde la colonización española, que trajo, hambruna, esclavitud, enfermedades, robo de tierras y un permanente adoctrinamiento por instituciones hegemónicas y fuerzas contrarias a la ley que las afectan.
Entre 1912 a 1925 varios líderes indígenas del Cauca, Tolima y el Huila, entre ellos José González Sánchez (Totoroez), Eutiquio Timote (Pijao) y Manuel Quintín Lame (Nasa), se revelaron durante los debates de la reforma agraria en Colombia en los años 60, e iniciaron sus luchas por la defensa del reconocimiento de sus territorios ancestrales y la constitución de tierras y resguardos del que fueron despojados.
Hoy vemos que la organización política indígena en Nariño, toman y ganan terreno en la consecución de sus intereses de desarrollo a tal punto que hoy logran un escenario de diálogo privado con el presidente de la republica Gustavo Petro, en el marco de la sesión No XXVII de la Mesa Regional de Concertación de los pueblos Pastos y Quillacingas.
La Comisión de la Verdad en agosto de 2020 afirmó en su portal web “Reconocer, cuidar y preservar la sabiduría indígena es fundamental para conocer la historia, las realidades culturares e identitarias que conforman Colombia y para la construcción de un país en paz.”
Sin embargo, hay sectores de la sociedad que no comulgan con el movimiento indígena, unos por ignorancia, otros porque creen que a los “indios” como se les dice despectivamente todo se les da gratis y todo lo tienen.
No saben que la lucha indígena no inició ayer, que ha sido un constante aprendizaje y permanente construcción de sus saberes no solo encestarles sino educativos universitarios para poder llegar donde hoy han llegado.
Es urgente recordar a propósito de la reunión de los pueblos Pastos y Quillacingas con el presidente Petro en Ipiales que en Colombia existen 115 pueblos indígenas, de los cuales 65 conservan sus idiomas propios. Son pueblos originarios que han sido afectados gravemente por el conflicto armado y que es necesario recordar la historia. La Cacica Gaitana, de Timaná, Huila, que fue una de las primeras mujeres indígenas en resistir al régimen español. Se reveló por la invasión, el despojo de las tierras y el pago de tributos a los españoles entre 1539 y 1540. En la época de la colonia las resistencias y enfrentamientos de los pueblos indígenas con la Corona española y los procesos de colonización, permitieron que los españoles reconocieran y titularán parcialidades a los indígenas, lo que generó el nacimiento de los resguardos.
En 1979 se conforma la organización de Autoridades Indígenas del Sur Occidente del País (AISO) en Nariño y Cauca, ahora llamado Movimiento Autoridades Indígenas de Colombia por la Pacha Mama (AICO).
El movimiento indígena en Nariño ha venido escalando presencia y representatividad de sus comunidades a nivel nacional; hoy por ejemplo el líder indígena de AICO Polivio Rosales, se desempeña como Viceministro de Agricultura por cuanto la lucha de los pueblos ancestrales ha escalado de manera significativa su presencia en los escenarios nacionales. Recordemos la incidencia del movimiento indígena colombiano en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 y su participación en el proceso de la séptima papeleta antesala de esta en 1990.
La lucha indígena es un trabajo articulado y constante, no es de ayer, y no es una lucha sin horizonte, hoy los indígenas de Colombia siguen abrazando sus esperanzas para que su historia nunca se vuelva a repetir en Colombia y haya más caminos que les devuelva los que históricamente se les ha quitado.
La reunión de hoy en Ipiales de las comunidades Pastos y Quillacingas con el presidente Petro, es resultado de la lucha del movimiento indígena de Nariño, se espera que haya pronunciamientos respecto a temas de desarrollo de estas comunidades que siguen dinamizando el desarrollo del departamento aun con las dificultades que encuentran en las violencias que aún las afectan.